Vista En: TVE-1, lunes 24 de octubre de 2014.
Título Original: Heartbreakers.
Director: David Mirkin.
Guión: Robert Duna, Paul Guay y Stephen Mazur. Género: Comedia.
Música: John Debney. Fotografía: Dean Semler.
Decorados: Katherine Lucas. Vestuario: Gary Jones.
Productoras: Davis Entertainment y Metro-Goldwyn-Mayer.
Presupuesto: ±35.000.000 $.
País: USA. Año: 2001. Duración: 123 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Sigourney Weaver
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Angela Nardino/Ulga Yevanova/Max Conners
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Jennifer Love Hewitt
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Wendy/Jane Helstrom/Page Conners
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Ray Liotta
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Dean Cumanno/Vinny Staggliano
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Jason Lee
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Jack Withrowe
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Anne Bancroft
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Gloria Vogal/Barbara
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Jeffrey Jones
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Sr. Appel
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Gene Hackman
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William B. Tensy
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Nora Dunn
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Srta. Madress
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Julio Oscar Mechoso
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Leo
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Ricky Jay
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Subastador de Dawson
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Sarah Silverman
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Linda
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Zach Galifianakis
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Bill
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Max y Page Conners son madre e hija, y dos
timadoras cuyo plan es que Max se casa con un rico para que Page lo engatuse y
así sacarle dinero por el divorcio. Tras dar un golpe de fortuna en su última
víctima la siguiente es el repelente millonario William B. Tensy, pero el plan
se complica cuando Page se ve atraída por un camarero de un bar playero, Jack
Withrowe.
Crítica: Intrascendente comedia firmada por el
realizador de Romy y Michele [1997], haciendo de su segunda película para cine
una comedia de enredo y estafa con un tono light y descafeinado aunque no por
ello menos divertido, juntando a un pequeño grupo lo bastante bien avenido para
proporcionar un rato de risas, con algún punto de locura nada desdeñable (Gene
Hackman y su papel de magnate de una empresa tabacalera: otro de esos
personajes que, igual que en Una Jaula de Grillos [Mike Nichols, 1996], resulta
tronchante en su seriedad; Weaver y Love Hewitt, la segunda sacando a escena
sus armas de seducción masiva y la primera demostrando que no tiene nada que
envidiar a su hija de ficción: la química entre ellas dos es lo mejor de la película,
con diferencia; el inicio, con Ray Liotta pillado en una de esas situaciones
estilo “tierra trágame”: pista inequívoca de por donde irán los tiros). Dejando
los elementos técnicos en niveles bajo mínimos para ser resultones cuando así
lo requiera la situación, Las Seductoras es una propuesta perfecta y distendida
con la que poner el cerebro en modo hibernación y disfrutar de una serie de
certeros gags, que van de la vergüenza ajena a lo espantosamente previsible
(Jack Withrowe, o un Jason Lee muy lejos de esos papeles locos que hace en las
películas de su amigo Kevin Smith: lo del momento telescopio en la playa no es
más empalagoso porque no puede; Max, haciéndose pasar por la rusa Ulga
Yevanova, intentando cantar una típica canción rusa en un restaurante: un
esperpento del que sale airosa gracias a un golpe de efecto desternillante; la
reaparición de cierto personaje, que descubre todo el pastel). Metiendo un
detalle que deja mucho a la imaginación (la reticencia de Page a ponerse un
vestido azul cada vez que Max lo sugiere), Mirkin crea un film con simpatía y
predictibilidad, ameno y sin complicaciones para ser encantador.
La Puntilla: ¿Casarme con Sigourney Weaver y que me pille
in fraganti con Jennifer Love Hewitt?. Eso se responde con una palabra:
“¡TRÍO!”.
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