Vista En: Gnula.nu, lunes 13 de noviembre de 2017.
Título Original: Leatherface.
Directores: Alexandre Bustillo y Julien Maury.
Guión: Seth M. Sherwood. Género: Terror.
Música: John Frizzell. Fotografía: Antoine Sanier.
Decorados: Ivan Ranghelov. Vestuario: Ima Damyanova.
Productoras: Campbell Grobman Films, LF2 Productions,
Lionsgate, Mainline Pictures y Millennium Films. Presupuesto: [Desconocido].
País: USA. Año: 2017. Duración: 90 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Stephen Dorff
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Sheriff Hal Hartman
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Lili Taylor
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Verna Sawyer
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Sam Strike
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Jebediah Sawyer/Jackson
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Vanessa Grasse
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Elizabeth ‘Lizzy’ White
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Jessica Madsen
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Clarice Sawyer
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Sam Coleman
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Bud
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Finn Jones
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Ayudante Sorrel
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James Bloor
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Ike
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Christopher Adamson
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Dr. Lang
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Dimo Alexiev
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Drayton Sawyer
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Nathan Cooper
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Farnsworth
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Deyan Angelov
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Nubbins
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: En 1965, Lizzy es una joven que entra a
trabajar de enfermera en el psiquiátrico Gorman. Un repentino motín de algunos
pacientes provoca que sea raptada por tres pacientes que se fugan en coche
camino de México. El Sheriff Hartman inicia una búsqueda para cazarlos, seguro
que los fugados son los hijos de la familia Sawyer que mataron a su hija diez
años atrás.
Crítica: Octava entrega de la franquicia a cargo de
los mismos directores de Lívido [2011] y De Entre los Vivos [2015], que al
igual que el díptico firmado respectivamente por Marcus Nispel y Jonathan
Liebesman en La Matanza De Texas [2003] y La Matanza de Texas: El Origen
[2006], se recrea con gusto e insalubridad en sus partes más morbosas,
diluyendo de manera notable todo sentimiento de verdadero terror para ir a la
nausea y la víscera, en una trama de rencores y demencias que sigue la Ley de
Murphy de principio a fin (Ike y Clarice, dos verdaderos chiflados dispuestos a
arrasar con todo dando rienda suelta a sus instintos: el insólito ménage à
trois que hacen es con seguridad el más antierótico y asqueroso que ha dado el
cine; Lizzy White, o la candidez personificada, metida en un viaje infernal por
el submundo del alma humana; el Sheriff Hartman, un hombre brutal y trastornado
que pasa de hacer justicia por hacer venganza: Stephen Dorff va tres cuerpos
por delante de la película en todo momento). Muy efectiva en la recreación de
la América Profunda de mediados de los años 60, y con una ejecución fílmica
sólida y convincente, la combinación de dichos elementos le da a Leatherface un
aura que funciona a ratos, cuyo irregular montaje hace que tenga unos cuantos
altibajos (Taylor, haciendo de Verna Sawyer una matriarca que es pura maldad:
junto a Dorff, su presencia ayuda a sostener la película; Bud, o la fuerza
bruta haciendo lo que mejor sabe: su forma de ajustar cuentas con Ike recuerda
poderosamente a la de Edward Norton en American History X [Tony Kaye, 1998]; la
huida en un coche patrulla, con Jackson recibiendo un tiro: pocas veces algo
así es tan gráfico por donde la bala alcanza). Precuela que pasa de La Matanza
de Texas 3D [John Luessenhop, 2013] como si no existiese, el film da lo que
promete: sangre y truculencias por doquier. Aunque no termina de ser
suficiente.
La Puntilla: Fascinantemente decepcionante ver como por años que pasen, no atinan a superar la primera película. Y mira que lo intentan.
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