Vista En: Cines Odeón (Corvera), domingo 17 de septiembre de 2017.
Título Original: Detroit.
Directora: Kathryn Bigelow.
Guión: Mark Boal. Género: Drama.
Música: James Newton Howard. Fotografía: Barry Ayckroyd.
Decorados: Dennis Colvin y Kathy Lucas. Vestuario: Francine Jamison Tanchuck.
Productoras: Annapurna Pictures, First Light Production y Page 1.
Presupuesto: ±34.000.000 $.
País: USA. Año: 2017. Duración: 143 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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John Boyega
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Melvin Dismukes
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Will Poulter
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Philip Krauss
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Algee Smith
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Larry Reed
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Jacob Latimore
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Fred Temple
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Jason Mitchell
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Carl Cooper
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Hannah Murray
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Julie Ann
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Kaitlyn Dever
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Karen
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Jack Reynor
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Demens
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Ben O’Toole
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Flynn
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Anthony Mackie
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Greene
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Nathan Davis Jr.
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Aubrey
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John Krasinski
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Fiscal Auerbach
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: En 1967, los disturbios raciales en Detroit llegan a su máximo nivel tras una redada en un local que servía alcohol sin licencia. Con el barrio envuelto en el caos, y con la policía y el ejército tomando la calle, una broma con una pistola de juguete dispara el horror cuando en un motel los inquilinos son retenidos y torturados en busca del supuesto francotirador.
Crítica: Tremenda reconstrucción de uno de los acontecimientos más negros y polémicos de los años 60, servido de la manera más desgarradora y amarga por la directora de Días Extraños [1995] y En Tierra Hostil [2008], que hace de su propuesta un viaje por la maldad humana a niveles insoportables, con una marcada separación narrativa en tres actos, y un grupo de actores que incluso en su versión más oscura están espléndidos (Krauss, un policía que ha perdido todo concepto de piedad y moral, cuyo interrogatorio a Carl, Fred y el resto de inquilinos da sentido a la palabra “despiadado”; el inicio, con una redada que convierte la ciudad en un polvorín, un arranque que ralentiza la película hasta que por fin entra en materia pero que proporciona el escenario para lo ocurrido; Julie y Karen, dos chicas de Ohio metidas sin pretenderlo en la peor noche de sus vidas: el grado de degradación al que son sometidas no es más repugnante porque no puede). Un tanto coral en su mezcla de historias y de personajes que van de un lado a otro, y con una ambientación genial por su gran nivel de detalle, lo dilatado de su duración y la lentitud de la que hace gala permiten a Detroit hacer un análisis minucioso sobre lo partidista y poco imparcial tanto del concepto de justicia como de la falta de humanidad en la gente con placa y pistola, siniestro por definición (el momento en el que un patrullero mete la pata al no conocer el método de tortura que emplean sus compañeros: sin palabras; Larry, un aspirante a cantante junto a su grupo de amigos The Dramatics, tocando ante un escenario vacío: triste y conmovedor a partes iguales; la inclusión de imágenes de archivo reales mezcladas con la película en si, sirviendo muy bien como apoyo de la historia). Una película no apta para enemigos de la injusticia, cuyo final no solo es más terrible que lo anterior, también remata a lo grande. Una oda al mal en su pura esencia.
La Puntilla: Tener placa y arma no da poder sobre la vida y la muerte. Pero a ver quién se lo dice a alguien con ambas cosas que no tiene alma.
Mi
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★★★★★
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