UNOS REMILGOS INCOMPRENSIBLES
Dos millones (2.000.000).
Cuarenta mil (40.000). ¿Qué tienen en común estas cifras?. Que son años: dos
millones desde el surgir del hombre, y cuarenta mil desde que asciende a ser la
“especie dominante” del planeta (un tema de lo más discutible; agua de otro
manantial). ¿Y cual es la constante en esos dos millones de años?. El sexo,
obviamente. El sexo como perpetuación de la raza humana. Pero hete aquí que, de
pronto, Sharon Stone cruza las piernas en Instinto Básico [Paul Verhoeven,
1992] o Dakota Johnson juega a la sumisión con Jamie Dornan en 50 Sombras de
Grey [Sam Taylor-Johnson, 2015], y todo el mundo pone el grito en el cielo
escandalizado. Unos remilgos imposibles de comprender que solo hacen de poner
de manifiesto algo tan extraño como el veto del sexo tanto como simple goce
como el motivo de seguir la rueda de la vida para el nacer de nuevas
generaciones. Ya se trate por tema de religiones o de moralinas infantiles y/o
represoras (o una mezcla de todo ello), el sexo en el cine, no tanto en el X
como en el comercial, siempre resulta objeto de polémica por sus escenas
explícitas. Algo tan alucinante como que American Pyscho [Mary Harron, 2000] no
tuvo problemas en mostrar asesinatos, sangre y mutilaciones, pero sí redujo la
secuencia en la que Christian Bale comparte cama con dos prostitutas de lujo
mientras éste admira sus músculos ante un espejo. Un doble rasante que refleja
la tendencia del ser humano a coartarse a si mismo en temas que no tienen
motivo para ser polémicos, pero que, tras una historia trufada de dictaduras
políticas, doctrinas religiosas y temores a Satanás o a desatar la ira de Dios
al cometer pecados carnales (o una mezcla de todo ello), llevaron a tachar de
‘antinatural’ los impulsos más básicos del ser humano. Un modo de pensar
arcaico que bien necesita actualizarse. A fin de cuentas, hace dos millones de
años que llevamos en este mundo.
Nº De Serie: NC/TCM/00381. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Viernes, 6 de enero de 2017.
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