LA EVOLUCIÓN DEL ESPÍA
Elegante, culto e inteligente y
con una pizca de fina ironía, durante años el espía fue un hombre elegante en
su vestuario como profesional a la hora de llevar a cabo su trabajo. Desde los
60, James Bond se convirtió en la esencia de ese espía que lucha por proteger
el mundo pero lo hace con clase, siempre visitando los sitios más caros,
seduciendo a las mujeres más hermosas y ricas y conduciendo coches cuyo precio
es el del sueldo de un año de un trabajador convencional. Algo que también se
dejó entrever en su faceta televisiva, ya fuese desde la pura acción como en El
Hombre de C.I.P.O.L. [1964] o desde la comedia como en Superagente 086 [1965].
Resulta curioso que, exactamente cincuenta años después de 007 Contra el Dr. No
[Terence Young, 1962], otra película cambiase tal paradigma. The Bourne
Identity: El Caso Bourne [Doug Liman, 2002], presentó a un tipo de espía
diferente. No conduce coches caros si no un smart. Y no seduce a mujeres
millonarias, si no a una semi indigente y eremita llamada Marie. No viste ropas
caras ni gusta de dejarse ver por las mansiones de duques, políticos y/o
maharajás y sultanes de países exóticos. Pero, más allá de conservar sus
habilidades para reducir y matar a cualquier enemigo que se le ponga por
delante, tanto Bond como Bourne malviven en el mismo mundo: un mundo de crimen
y corrupciones, a veces de megalómanos con ínfulas de dominación mundial, o a
veces por parte de gobiernos con los mismos deseos de control y dominación aún
saltándose toda ley de derechos humanos, algo que a veces se traslada a otros
colegas de profesión como el arriesgado de Ethan Hunt, el analista Jack Ryan y
el expeditivo Harry Palmer, así como los televisivos Nikita, Sydney Bristow,
Jack Bauer y Carrie Mathison. Pero pocas comparativas tan fascinantes como la
de los dos JB. Porque James Bond y Jason Bourne son el mejor ejemplo de la
evolución del espía.
Nº De Serie: NC/TCM/00313. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Miércoles, 16 de noviembre de 2016.
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