UNA SÁBANA CON UNA BOLA Y UNA CADENA
Durante mucho tiempo, la
concepción del fantasma típico al uso fue la de un ser blanquecino, desposeído
del cuerpo que tuvo en vida, como si se tratase de una sábana blanca, con una
cadena a cuyo extremo había una gran bola, como símbolo de los pecados de su
vida terrenal o de los asuntos pendientes que había dejado en él. Y aunque en
el cine dicha forma se ha aparecido en alguna ocasión (sobre todo en antiguos
cortos animados de los años 30 y 40), en las películas los fantasmas han tenido
toda clase de apariencias: desde los humanos no percibidos por los vivos como
en Ghost (Más Allá del Amor) [Jerry Zucker, 1990] y El Sexto Sentido [M. Night
Shyamalan, 1999] a transparentes y vistos por todos en Harry Potter y la Piedra
Filosofal [Chris Columbus, 2001] pasando por los no humanos, caso de Los
Cazafantasmas [Ivan Reitman, 1984] y su segunda parte de 1989, los cadavéricos
deformados como en Bítelchus [Tim Burton, 1988] a los mortecinos del terror
oriental, como por ejemplo en La Maldición (Ju-on) [Takashi Shimizu, 2002], los
fantasmas son un abanico de posibilidades con las que contar historias, desde
intrigas y terrores a dramas de época, en el que el Más Allá entorna
ligeramente sus puertas para dar una pequeña muestra de lo que podría haber en
él. Desde el Jacob Marley en las distintas encarnaciones (animadas y reales)
del clásico Cuento de Navidad de Charles Dickens, a los atrapados en la cielo
buscando arreglar su asuntos en la serie Entre Fantasmas [2005] o las
espantosos entidades de la franquicia Insidious, el fantasma cada siendo más un
reflejo de los vivos que lo crean que del Más Allá en si, en que tanto por
aspecto como por la forma en que se ha retratado según avanzaron (y avanzarán)
las épocas, son en si mismo una galería en la que se capta la percepción que
cada generación tiene de ellos. A pesar de que para muchos aún es una sábana
con una bola y una cadena.
Nº De Serie: NC/TCM/00383. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Domingo, 8 de enero de 2017.
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