COHEN: ACARICIANDO CON LAS PALABRAS
Aunque su relación con el cine y
la TV fueron tan efímeras y nimias como sus apariciones en Ernie [Don Owen,
1967] y en un capítulo de la serie Corrupción en Miami [1984], no volviendo a
asomarse por el séptimo arte el resto de su vida, es imposible no hacer un alto
en el camino para dedicar unas líneas a la figura de un hombre cuya voz y
poesía sonora han dado momentos increíbles en la industria del Hollywood
gracias a sus canciones (y, como no, también a la pequeña pantalla, cuyo legado
sigue apareciendo de un modo recurrente a límites de obligada referencia como
un Bruce Springsteen o una. La cadencia de su voz aterciopelada y unas letras
inconfundibles le otorgaron el don de no pasar desapercibido a lo largo de los
años, ganando en fama y en la calidez de un ser humano excepcional, canadiense
de nacimiento pero ciudadano del mundo por adopción, poeta y novelista como
cantante de joyas irrepetibles como “Dance Me to the End of Love”, “First We
Take Manhattan”, “So Long, Marianne”, “Take This Waltz”, “Suzanne” y por encima
de todas, un icónico “Hallejulah” digno del dios Apolo. Un tesoro magnético,
más poderoso que un misil y más suave que la seda china, que se apodera de
títulos como Rebelión en las Ondas [Allan Moyle, 1990], Alma Salvaje [Jean Marc
Valleé, 2014], Caro Diario (Querido Diario) [Nanni Moretti, 1991], El Señor de
la Guerra [Andrew Niccol, 2005], The Walk (El Desafío) [Robert Zemeckis, 2015]
o la magistral Watchmen [Zack Snyder, 2009], entre otras, amén de un montón de
series en donde, por fuerza, su voz es de obligada aparición. Una voz que
injustamente se apagó en el silencio y la intimidad, pero cuyo eco jamás dejará
de resonar para unas futuras generaciones necesitadas de algo más que perreos y
chunda chundas. Porque Leonard Cohen no cantaba: él acariciaba con las
palabras. Él eleva el alma al éxtasis musical. Un éxtasis de esos para decir
“Hallejulah”.
Nº De Serie: NC/TCM/00306. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Sábado, 12 de noviembre de 2016.
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