PATRIOTISMO DE BARRIO
En cierto momento de 1898. Los
Últimos de Filipinas [Salvador Calvo, 2016], un impertérrito Cerezo proclamaba
que «España está llena de patriotas así, que se quedan ellos y envían a los
demás». Un cambio de mentalidad sobre la guerra que el cine ha sabido reflejar
en filmes como Braveheart [Mel Gibson, 1995], El Reino de los Cielos [Ridley Scott,
2005] o Robin Hood [Scott, 2010], para posteriormente hacerlo en otras como
Nixon [Oliver Stone, 1995] o la de Trece Días [Roger Donaldson, 2000]: la de
gerifaltes, reyes o como se quieran llamar que pasaron de luchar junto a su
pueblo en la primera línea de ataque como demostración de que eran iguales, a
sentarse en lujosos despachos para enviar a otros a combatir en su lugar, sin
importar el número de muertos que esto conlleve. Una hipocresía traducida en
películas como Tres Reyes [David O. Russell, 1999], Black Hawk Derribado
[Scott, 2001] o Platoon [Stone, 1986] que no hacen si no reflejar a unos
jóvenes en aras de las armas combatiendo y muriendo de la peor de las maneras,
mientras que sus dirigentes pasan los días dirigiendo una guerra desde el otro
lado del mundo. Un patriotismo de barrio, o más bien de palo, que no hace si no
poner el dedo en la llaga de una sociedad que acepta la hipocresía disfrazada
de idealista grandeza como un medio de vida (sobretodo para todo los hipócritas
que se aprovechan de ello) y que largometrajes como Reglas de Compromiso
[William Friedkin, 2000] y dramas bélicos como Green Zone. Zona Protegida [Paul
Greengrass, 2010] o En el Valle de Elah [Paul Haggis, 2007] rematan como
denuncia y alegato de un negocio, el de la guerra, donde precisamente el
idealismo es lo que menos importa y el odio se exacerba o inventa para desatar
el conflicto, como en Un Largo Viaje [Jonathan Teplitzky, 2013]. Porque pocas
cosas más repugnantes que ver a los gerifaltes enviando a otros a luchar y
morir en su lugar.
Nº De Serie: NC/TCM/00355. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Jueves, 15 de diciembre de 2016.
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