WEAVER, EL PODER DE TENER PRESENCIA
Si existe el término
“secundario” y “secundario de lujo” es porque entre los dos conceptos existe
tanta diferencia como entre el hecho de tener sexo o de hacer el amor. Parece
lo mismo, y sin embargo nada que tiene que ver lo uno con lo otro. En ese sentido,
Fritz Weaver fue siempre un secundario de lujo con una presencia escénica
poderosa y aristocrática, refinada y elegante, la cual le aseguró un puesto
fijo en el cine a lo largo de varias décadas de una carrera tal vez no
exactamente brillante como protagonista, pero sí notable desde su inicio a
mediados de los 50 y en los años sucesivos. A pesar de que sus apariciones en
películas fueron mucho más escuetas que a su larguísima trayectoria televisiva,
se dejo ver en producciones como Marathon Man [John Schlesinger, 1975], Domingo
Negro [John Frankenheimer, 1977] y la maldita Engendro Mecánico [Donald
Cammell, 1977], amén de proyectos algo tardíos como El Secreto De Thomas Crown
[John McTiernan, 1999]. Y por el camino, actuaciones brillantes en cualquier serie
de gran popularidad, a citar algunas como Hawai 5-0 [1968], La Mujer Maravilla
[1975], Falcon Crest [1982], Se ha Escrito un Crimen [1984], La Ley de los
Ángeles [1986] y Expediente X [1993]. Un abultado currículum que confirma la
calidad profesional de uno de esos actores hijo de un tiempo donde las buenas
formas y el porte actoral eran los que marcaban la tendencia y labraban a fuego
y excelencia una carrera. Ese fue el mérito de Fritz Weaver, con independencia
de si era el bueno como en la película de Cammell como de villano en Un
Investigador Insólito [Jeremy Kagan, 1978], el ser un profesional en lo suyo,
eficiente e intenso en la línea de otros imprescindibles como Robert Vaughn, no
solo limitándose al terreno de la actuación como también en unos estilismos
inmaculados. Fritz Weaver se ha ido. Su legado permanece. Más firme que los
cimientos de la Tierra.
Nº De Serie: NC/TCM/00331. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 29 de noviembre de 2016.
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