Vista En: Cines Marta & María (Avilés), lunes 21 de
febrero de 2000.
Título Original: Stigmata.
Director: Rupert Wainwright.
Guión: Tom Lazarus y Rick Ramage, basado en una
historia original de Tom Lazarus. Género: Terror.
Música: Elia Cmiral y Billy Corgan. Fotografía: Jeffrey L. Kimball.
Decorados: Florence Fellman y Marco Niro. Vestuario: Louise Frogley.
Productoras: Metro-Goldwyn-Mayer y FGM Entertainment.
Presupuesto: ±29.000.000 $.
País: USA. Año: 1999. Duración: 103 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Patricia Arquette
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Frankie Paige
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Gabriel Byrne
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Padre Andrew Kiernan
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Jonathan Pryce
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Cardenal Daniel Houseman
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Nia Long
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Donna Chadway
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Thomas Kopache
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Padre Durning
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Rade Sherbedgia
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Marion Petrocelli
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Enrico Colantoni
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Padre Dario
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Dick Latessa
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Padre Gianni Delmonico
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Portia de Rossi
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Jennifer Kelliho
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Patrick Muldoon
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Steven
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Ann Cusack
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Dr. Reston
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Shaun Toub
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Doctor
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Frankie Paige es una joven peluquera que
recibe de su madre un crucifijo de regalo, de un viaje que hizo por Brasil. A
partir de entonces, ella se ve sacudida por terribles visiones y estigmas como
los de Cristo. El padre Andrew Kiernan, un experto del Vaticano en desmontar
falsos milagros, viaja a Nueva York para conocer a Frankie y descubrir qué está
pasando.
Crítica: Tercera película para cine de Rupert
Wainwright después de Cheque en Blanco [1994] y La Tristeza del Sexo [1998],
que tomando a una Patricia Arquette de 31 años fingiendo que tiene 23 y a un
siempre eficiente Gabriel Byrne acomete un trabajo que busca abarcar demasiado
pero que se queda a mitad de camino de sus intenciones, en tanto lo complejo de
su entramado le viene un poco grande aunque salva los muebles gracias a la
determinación de sus actores (el cardenal Houseman, un impecable Jonathan Pryce
al que solo de verle ya hace sospechar lo poco honesto de sus intenciones;
Kiernan, un investigador del vaticano desencantado de la vida que de pronto se encuentra
con algo verdaderamente sobrenatural; Frankie Paige, una joven alocada en mitad
de una conspiración que podría cambiarlo todo: los instantes en que los
estigmas aparecen en su cuerpo hacen sufrir al más impasible por su fuerza y
brutalidad). Sucedáneo de El Exorcista [William Friedkin, 1973] cuya sombra
planea demasiado muy alargada sobre la película, el largometraje navega por
aguas procelosas con suerte desigual, a veces decente en la banda sonora y la
ambientación pero falto de solidez en otras (la cara de Kiernan, mirando a
Frankie escribir un enorme mensaje en la pared de su habitación; el primer
encuentro entre ambos en una cafetería, en el que éste hace las veces como
introductor al tema para el espectador profano; el posterior encuentro de Kiernan
con otro sacerdote, donde la Iglesia y su significado se quedan muy en
entredicho: interesante como mínimo). Compensando sus defectos con sus
virtudes, Stigmata es un ejercicio de intriga religiosa con sobrenatural, cuyo
final deja una cierta puerta abierta a la duda y el debate, y cuyo conjunto es
el de una película modesta y decente que, sin llegar al máximo del potencial
exhibido, tampoco es un dislate absoluto. Meramente entretenida.
La Puntilla: Nada más privilegiado que ponerse entre una
persona y el dios en el que cree. Y nada más peligroso si alguien desafía ese
lugar.
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