Vista En: Youtube, viernes 6 de enero de 2017.
Título Original: The Adventures of Sherlock Holmes.
Director: Alfred L. Werker.
Guión: Edwin Blum y William Drake, basado en la obra
teatral Sherlock Holmes, estrenada en 1899, inspirándose en los personajes
creados en 1877 por Arthur Conan Doyle. Género: Intriga.
Música: Robert Russell Bennett, David Buttolph, Cyril
J. Mockridge, David Raksin y Walter Scharf. Fotografía: Leon Shamroy.
Decorados: Thomas Little. Vestuario: Gwen Wakeling.
Productora: Twentieth Century Fox Film Corporation.
Presupuesto: [Desconocido].
País: USA. Año: 1939. Duración: 85 minutos. B/N.
Reparto:
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Personajes:
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Basil Rathbone
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Sherlock Holmes
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Nigel Bruce
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Dr. John Watson
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Ida Lupino
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Ann Brandon
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Alan Marshal
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Jerrold Hunter
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Terry Kilburn
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Billy
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George Zucco
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Profesor James Moriarty
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Henry Stephenson
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Sir Ronald Ramsgate
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E.E. Clive
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Inspector Bristol
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Arthur Hohl
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Bassick
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May Beatty
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Sra. Jameson
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Peter Willes
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Lloyd Brandon
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Mary Gordon
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Sra. Hudson
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Sherlock Holmes ve impotente como el profesor
James Moriarty, su archienémigo, sale inocente de un juicio por asesinato. Éste
jura vengarse de Holmes cometiendo el robo del crimen, pero el propio Holmes,
sumido en la apatía por el repentino silencio de Moriarty, empieza a
interesarse por Ann Brandon, que le pide ayuda para salvar a su hermano de ser
asesinado.
Crítica: Segunda aventura del dúo dinámico compuesto
por Basil Rathbone y Nigel Bruce después de El Perro de los Baskerville [Sidney
Lanfield, 1939], en esta ocasión enfrentados al llamado Napoleón del Crimen en
la forma y cara de James Moriarty, un genio que vive por y para toda clase de
maldad, al que un magnífico George Zucco imprime una total falta de escrúpulos
(su relación con su criado, soltándose toda clase de improperios y amenazas por
matar a una de sus flores, o por no cortarle el cuello al afeitarle como él
intuye que le gustaría hacer; el inicio en el tribunal donde Moriarty es
juzgado, con el mismo juez recriminando tener que dejarlo libre a sabiendas de
que debería condenarle: un reflejo estupendo de la moral clasista de finales
del siglo XIX; las extrañas pistas en el caso de Ann Brandon, haciendo un
mosaico de pistas a cual más rompecabezas). Teniendo algún que otro momento
divertido y una fotografía impecable en blanco y negro, creando un juego de
luces y sombras con un alto poder evocador, el director de Audaz y Galante
[1932] y La Casa de los Rothschild [1934] juega con las percepciones y el humor
a la vez que busca detalles secundarios para avanzar la acción a sus últimas
consecuencias (la charla, desternillante, de Watson con un transeúnte: sin
palabras; éste de nuevo, visitando la Torre de Londres para asegurarse que una
valiosa joya se encuentra a buen recaudo; Ann, en su casa, oyendo una música
muy tétrica: el encuadre es realmente espléndido). Aunque a veces queda algo
traída por los pelos por la evolución del guión (la capacidad deductiva de
Holmes, casi de profeta bíblico), Sherlock Holmes Contra Moriarty, alejada
traducción del original “Las Aventuras de Sherlock Holmes”, es un largometraje
sencillo en intenciones, que se reserva lo mejor para el final y le gusta
plantear enigmas. Incluso como espantar a las moscas solamente tocando un
violín.
La Puntilla: Para ser un hombre tan listo, es fascinante
como Watson puede llegar a ser increíblemente tonto. Incluso en las cosas más
fáciles.
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