PÉRDIDA DE VISIÓN (Y NO ES CEGUERA)
Es tal vez uno de los elementos
más indispensables del cine de terror y que más resultados ofrece en lo inocuo
de su apariencia. La niebla, que incluso (a fecha de este artículo) tiene tres
películas dedicadas a su nombre, en inicio no es más que una nube que atraviesa
las capas bajas de la atmósfera para aposentarse sobre montañas y ciudades,
ofreciendo panorámicas de mares de nubes dignas de una postal, cubriendo con su
manto valles, colinas y bosques. Si se trata de dramas de época, puede crear
bucólicos paisajes para escenas de amor y drama, pero dentro de los parámetros
del cine de terror, la niebla ha servido y sirve para crear atmósferas y dar
ambiente, así como también para infundir un profundo pavor. Buenos ejemplos de
ello es la escena en la que una asustada Nicole Kidman en Los Otros [Alejandro
Amenábar, 2001] se adentra en ella intentando llamar al pueblo, y el modo en el
que súbitamente desciende al pueblo de Brighton, presagiando (en más de un
sentido) el terror y espanto de La Niebla, de Stephen King [Frank Darabont,
2007]. Poderoso en su inocente apariencia, La Mujer de Negro [James Watkins,
2012] supo darle toda su misteriosa energía para convertirlo no tanto en terror
puro como en suspense e intriga, todo ello al servicio de Daniel Radcliffe
buscando su hueco tras haber dejado atrás a Harry Potter. Pero, al margen de
pelis clásicas de Drácula o de Frankenstein y cualquier monstruo de la
Universal o la posterior Hammer, pocas películas supieron aunar suspense y
terror como la susodicha La Niebla [John Carpenter, 1980], una obra maestra por
la manera en la que, lenta pero cuidadamente, no solo mostraba una niebla de
extraña luz en su interior, si no que revelaba lo en que su interior ocultaba.
Ese es el poder de la niebla: hacer pensar en si dentro de ella existe algo
maligno con ganas de matar. Pese a remakes infames como el de Rupert Wainwright
de 2005.
Nº De Serie: NC/TCM/00291. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Jueves, 3 de noviembre de 2016.
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