G25: VERHOEVEN, SEXO Y VIOLENCIA
En Origen [Christopher Nolan,
2010] alguien pregunta cual es el parásito más resistente. Y lo que uno de los
personajes contesta es «Una idea. Resistente. Altamente contagiosa. Una vez que
una idea se ha apoderado del cerebro es casi imposible erradicarla». Eso es lo
que se puede percibir, notoriamente, en el trabajo de un hombre capaz de coger
a un hombre y transformarlo en una máquina policial con un arma que sale de su
metálico muslo derecho, presto a cargarse criminales. O en las aventuras de un
hombre obsesionado con irse a Marte que decide meterse un implante de memoria y
la cosa se tuerce pero a base de bien. O en las de una escritora rubia rubísima
amante de picahielos y de calentar al personal con un sencillo cruce de piernas
(para maldición de Sharon Stone, que en teoría eso no iba a salir en la peli).
Aunque cansado de Hollywood después de narrar las correrías de un hombre
invisible y volviendo a su Holanda natal para dirigir cosas como la implicación
de su país en la 2ª Guerra Mundial, su paso por la Meca del Cine es selecto y
preciso, haciendo de la provocación y el morbo sus dos cartas de presentación,
al margen de si cuenta la odisea de una chica metida a bailarina en Las Vegas
que consigue subir a base de aplastar a la competencia, o de narrar oligofrénicas
versiones del futuro con estados totalitarios y bichos gigantescos en una
guerra espacial con el peor reparto de actores de toda la galaxia. Perverso y
rayando cierta obscenidad hasta en la búsqueda de una mujer de mediana edad del
hombre que la violó para ajustar cuentas, Paul Verhoeven no es un director que
pase desapercibido, ni un hombre fácil de olvidar después de ver su trabajo,
que se traduce en una sobreexposición sexual y una violencia gráfica y directa
tan contundente como un puñetazo en la boca. Contundente, épico y tan simple
como una simpática marciana que se abre la blusa y tiene tres tetas.
Nº De Serie: NC/TCM/00271. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Jueves, 27 de octubre de 2016.
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