G25: HOPKINS, ESE SIMPÁTICO CABRÓN
Su rostro y su propios
manierismos como actor tienen la capacidad de hacer que al público le caiga
bien al primer momento, como un abuelete simpático que todos hubiéramos deseado
tener. No especialmente llamativo en el inicio de su carrera, deambulando en
apariciones efímeras en series de televisión, sus primeros pinitos en el cine,
en papeles como un traumatizado padre en busca reencontrar la reencarnación de
su hija muerta, o la de un doctor que trata a un paciente deformado a la que la
intransigente sociedad de la época trata como a un monstruo poniéndole un apodo
horrible, sirven para que su talento comience a elevarse como un tsunami a
punto de llegar a la costa. Un tsunami que, en efecto, llega en la forma de un
psiquiatra psicópata capaz de infundir pavor en sus intensos ojos azules, y que
le abren la puerta a papeles más amables y menos intimidades como un padre de
familia cuyos tres hijos se van a la guerra para volver solo dos y perder luego
a otro al meterse en la política, o el presidente de Estados Unidos más odiado
y defenestrado a nivel de popularidad del siglo XX, y hasta convertirse en la
versión caduca y algo avejentada de un legendario aventurero de traje negro,
capa y espada. Capaz de cambiar de registro como quien cambia de camisa, la
intensidad de cada papel y la forma en que roba cada escena en la que sale
digna de estudio, es capaz de hacer interesante un simple papel de mayordomo, y
hasta de ser el mejor retrato de un dios nórdico que cabría esperar incluso
cuando los dioses sacan su lado menos amable y más aguerrido. Si algo queda de
manifiesto en los largos años de su carrera es que Anthony Hopkins tiene la
humanidad de ser simpático como un cazavampiros un tanto loco en busca de
Drácula, como de ser un cabrón científico que desea destruir el mundo. O, peor
aún, la de ser tan cabrón y tan psicópata que el mundo entero le adore por
ello.
Nº De Serie: NC/TCM/00278. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Viernes, 28 de octubre de 2016.
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