NI SANTOS NI PECADORES: SOLO PERSONAS
Dice la rumorología que cuando
allá por los años 50 Vincent Price entraba en un set de rodaje, echaba un
vistazo a izquierda y derecha, murmurando para sus adentros. Y, cuando acababa
la película, a lo mejor faltaba una pequeña lamparita de noche o una cómoda del
mobiliario, sin que nadie protestase por ello, al ser algo que se aceptaba dado
el status de los actores en ese tiempo. Una indulgencia con la profesión debido
a lo intocable de su fama que, en un extraño giro del destino, se ha pasado al
otro extremo, en un mundo de redes virtuales y sociales (que irónicamente no
sirven para socializar) donde el más pequeño defecto y/u opinión desata una
verdadera crucifixión mediática. Ya se trate de Winona Ryder robando en una
tienda debido a su cleptomanía, o al terremoto mundial provocado por la
separación entre Angelina Jolie y Brad Pitt, que todo el mundo da su opinión
como si ésta fuese una orden ejecutiva de Adolf Hitler en el Tercer Reich.
Adornados por la pátina de la celebridad, en que parecen que viven en una
realidad reservada y exclusiva para ellos, los actores al final son tan oscuros
y luminosos como el resto de los mortales, con los mismos defectos y virtudes, necesidades
y vicios. Y por más dinero y más fama que un actor/actriz llegue a tener, eso
no le impide caer en drogas y alcoholismos como le pasó a Mickey Rourke,
Lindsay Lohan, Charlie Sheen, Britney Spears, Macaulay Culkin, Amanda Bynes o
Philip Seymour Hoffman, a veces con resultado fatales. Es precisamente en esa
cumbre alcanzada donde reside el problema: que la cima de cualquiera montaña,
hasta la de la fama, es un sitio pequeño donde solo cabe uno. Una soledad
emocional que puede cambiar (y normalmente así es) la vida de quien llega a
ella, y una prueba de que los actores ni son santos ni pecadores. Lástima que
las redes sociales no entiendan de eso, imponiendo voluntades como el nuevo
Cuarto Reich.
Nº De Serie: NC/TCM/00231. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Sábado, 15 de octubre de 2016.
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