UNA BOLA DE NIEVE QUE NO ES TAL
Si algo nos enseña la mitología
griega, es que en los livianos momentos de paz y relax, en los pequeños
detalles, es cuando se desata la tragedia. Basta con que Perséfone se diese un
paseo para recoger flores, que apareciese el dios Hades para secuestrarla y
desatar una bronca entre dioses por liberarla. De ahí que el cine, que tiene
buen aprendida la lección, suela iniciar sus más grandes tramas con un ligero
golpe de efecto, con una bola de nieve que no es tal, para poner en marcha una
cadena de acontecimientos que lenta pero inexorable acabará desembocando en
algo más peligroso. En Sky Captain y el Mundo del Mañana [Kerry Conran, 2004],
a la periodista Polly Perkins le dan en secreto dos pequeños tubos de
misterioso contenido. En Captain America: El Soldado de Invierno [Joe y Anthony
Russo, 2014], Viuda Negra se descarga unos archivos en un pendrive. En Los Tres
Días del Cóndor [Sydney Pollack, 1975], un agente envía un informe rutinario a
sus superiores de su trabajo. Y en Star Wars, Episodio IV: Una Nueva Esperanza
[George Lucas, 1977], Owen Lars compra dos androides a unos jawas. Y eso es
todo cuanto hace falta para que el destino y el azar pongan en marcha su enorme
maquinaria: porque los tubos resultan ser vitales en una operación secreta, el
pendrive tiene la clave para salvar a millones de personas, el informe del
agente causará el asesinato de sus compañeros y su propia huida para saber qué
pasó, y los dos androides serán la razón de que un joven Skywalker cambie su
destino de granjero para ser algo mucho más grande que él mismo. En Titánic
[James Cameron, 1997] es una simple mano de póker lo que permite a Jack Dawson
conocer a Rose. Y así una y mil veces más, el arte del cine es el arte de coger
pequeñas bolas de nieve, ponerlas al borde de la cima de una montaña, y ver
como crecen al bajarla. Porque es así donde late la tragedia: en los pequeños
detalles.
Nº De Serie: NC/TCM/00242. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 18 de octubre de 2016.
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