Vista En: Cines Cinebox (Corvera), sábado 8 de marzo de
2003.
Título Original: Solaris.
Director: Steven Soderbergh.
Guión: Steven Soderbergh, basado en el libreto de
1972 de Fridrikh Gorenshteyn y Andrei Tarkovsky, basado a su vez en la novela
homónima de Stanislaw Lem, publicada en 1961. Género: Ciencia Ficción.
Música: Cliff Martinez. Fotografía: Peter Andrews.
Decorados: Kristen Toscano Messina. Vestuario: Milena Canonero.
Productoras: Lightstorm Entertainment y Twentieth Century
Fox Film Corporation. Presupuesto: ±47.000.000 $.
País: USA. Año: 2002. Duración: 99 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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George Clooney
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Chris Kelvin
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Natascha McElhone
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Rheya
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Viola Davis
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Gordon
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Jeremy Davies
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Snow
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Ulrich Tukur
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Gibarian
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John Cho
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Emisario de la DBA #1
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Morgan Rusler
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Emisario de la DBA #2
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Donna Kimball
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Sra. Gibarian
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Michael Ensign
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Amigo #1
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Elpidia Carrillo
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Amigo #2
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Kent D. Faulcon
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Paciente #1
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Lauren M. Cohn
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Paciente #2
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Chris Kelvin es un psicólogo que viaja a una
estación espacial la cual orbita entorno al planeta Solaris, con el fin de
descubrir la razón de que la tripulación hayan enloquecido. Durante su primera
noche en la estación el motivo le encuentra a él, cuando su esposa Rheya, que
llevaba muerta hace tiempo, reaparezca ante sus ojos como si no hubiese pasado
nada.
Crítica: Autor de Un Romance muy Peligroso [1998] y
Traffic [2000], Steven Soderbergh hace un insulso remake de la rusa Solaris
[Andrei Tarkovsky, 1972] que tiene el minimalismo de la original pero cuya
incapacidad de responder a las mínimas cuestiones planteadas desluce su
acabado, aunque su plantel de actores mantiene el tipo gracias a unas
personalidades fuertemente marcadas (Viola Davis, o la clase de mujer con la
que es imposible ganar una discusión: su rechazo total a las apariciones o la
pregunta de Kelvin sobre lo que ella ha visto dejan más a la imaginación que
otra cosa; el flashback en el que Kelvin conoce a Rheya, donde un pomo también
sugiere mucho, o la charla de ésta sobre que el ser humano es el único que
tiene conciencia y consciencia de su propia muerte: para debatir en
profundidad; la esencia del propio Solaris, un planeta que parece una especie
de perversa lámpara de Aladino pero a escala planetaria). Al margen de la banda
sonora de Cliff Martinez o de la fotografía realizada por el propio Soderbergh
y que hizo bajo pseudónimo, Solaris es una de esas películas con tendencias
filosóficas y existencialistas que intentan ir más allá de sus ideas previas
para meterse en terrenos trascendentales sobre el amor y la pérdida, donde
Clooney da una actuación sobria y secundarios como Ulrich Tukur o
más especialmente Jeremy Davies son muy curiosos en su extravagancia (la forma de
hablar de Snow, entrecortada, confusa, como si algo le tuviera atenazada su
mente: el momento en que se revela la causa de ello es terrible; Kelvin, viendo
a Rheya cuando se supone que no debería; los efectos especiales para dar vida a
Solaris: muy lucidos). Una película a la que le puede su aire de falsa
grandeza, cuyo cierre va diseñado para elaborar mil y un teorías, pero que se torpedea
a si mismo por las premisas que plantea y cómo las maneja. Y McElhone, tan
encantadora como perturbadora.
La Puntilla: Cuando las películas son tan abiertas a
interpretaciones solo hay dos senderos: o el fracaso estrepitoso o el triunfo
definitivo.
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