Vista En: Youtube, viernes 3 de marzo de 2017.
Título Original: French Roast.
Director: Fabrice Joubert.
Guión: Fabrice Joubert. Género: Animación.
Música: Olivier Liboutry. Dirección Artística: [Desconocido].
Productoras: Bibo Films y Pumpkin Factory. Presupuesto: [Desconocido].
País: Francia. Año: 2008. Duración: 8 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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[Inexistente]
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: En una pequeña cafetería de París, un
empresario de clase alta que está tomando un café descubre al intentar pagar la
cuenta que se olvidó la cartera. Dominado por los nervios e incapaz de
explicarle al camarero la verdad, pasa el tiempo pidiendo más cafés, lo que va
subiendo la cuenta en tanto el empresario busca la manera de resolver la
difícil situación.
Crítica: Tremendamente cómico cortometraje que supone
la ópera prima de su director Fabrice Joubert, un animador en films como El
Príncipe de Egipto [Brenda Chapman, Steve Hickner y Simon Wells, 1998] y
Simbad: La Leyenda de los Siete Mares [Patrick Gilmore y Tim Johnson, 2003],
que captura de una manera precisa lo incómodo de una situación cotidiana que se
va saliendo de madre de las formas más alocadas posibles y cuyo ingenio le
permite subir la tensión y la comicidad magníficamente (el pánico en el
empresario una vez se percata de que no tiene cartera con qué pagar la cuenta
de un sencillo café: una situación de la vida cotidiana que no tarda a irse por
derroteros cada vez más delirantes; el detalle de que a espaldas de éste haya
un enorme espejo de pared, que permite saber lo que pasa fuera de la cafetería
a la vez que se ve lo que ocurre dentro de ella: lo de la llegada de un
gendarme en cierto momento dado no es más atinado ni a tiros; el empresario,
intentando robar en la bolsa de una dulce monjita un billete para pagar,
encontrando algo que le pondrá en serios aprietos). Tirando de pura mímica y
sin diálogos algunos, replicando ese ambiente parisino de los años 60 a las mil maravillas y con
una banda sonora acorde con el tono del relato, Rostizado Francés es otro de
esos casos de genialidad comprimida al máximo posible que parten de lo conocido
para meterlo en un terreno en el que el absurdo y el miedo se convierten en el
pan de cada día, creando unos líos cada vez mayores (el empresario, cuya mesa
está vez cada con más tazas de café conforme va pasando el día entero hasta
anochecer; las intermitentes apariciones de un orondo sintecho que se saca unos
cuartos recogiendo papeles del suelo con una pica: genial como él solo de
principio a fin; el epílogo: perfecto, sin paliativos). Un mini-filme sin
mácula que, entre risas, sabe como sacar una sonrisa de emotividad.
La
Puntilla: Hay que ver la
clase de grandes líos en los que se puede meter la gente por evitarse uno
pequeño. Que mal consejero es el miedo.
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