Vista En: Cines Marta & María (Avilés), viernes 10
de septiembre de 2010.
Título Original: Resident Evil: Afterlife.
Director: Paul W.S. Anderson.
Guión: Paul W.S. Anderson, basado en la saga de
videojuegos homónima, estrenada en 1996. Género: Terror.
Música: Tomandandy. Fotografía: Glen MacPherson.
Decorados: Carolyn ‘Cal’ Loucks. Vestuario: Azalia Snail.
Productoras: Constantin Film Produktion, Davis-Films y
Impact Pictures.
Presupuesto: ±60.000.000 $.
Países: Alemania, Francia, USA y Canadá. Año: 2010. Duración: 97 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Milla Jovovich
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Alice
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Ali Larter
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Claire Redfield
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Shawn Roberts
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Albert Wesker
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Kim Coates
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Bennett Sinclair
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Boris Kodjoe
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Luther West
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Norman Yeung
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Kim Yong
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Wentworth Miller
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Chris Redfield
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Sergio Peris-Mencheta
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Angel Ortiz
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Kacey Barnfield
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Crystal Waters
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Fulvio Cecere
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Wendell
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Spencer Locke
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Burger
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Sienna Guillory
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Jill Valentine
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Después de atacar las instalaciones de
Umbrella en Tokyo, Alice pierde los poderes tras una batalla contra Albert
Wesker. Humana de nuevo, viaja hasta Alaska con el propósito de encontrar
Arcadia, un supuesto refugio donde viven los últimos humanos sin contaminar.
Allí se encuentra con Claire Redfield, con la que sigue su viaje hasta una
contaminada Los Ángeles.
Crítica: Cuarta entrega de la saga sobre zombies y
mutaciones que le sirve a Paul W.S. Anderson para regresar de nuevo a la
dirección después de filmar la primera parte, y cederle el puesto a Alexander
Witt en la segunda y a Russell Mulcahy en la tercera, haciendo algún que otro
giro en el guión para darle un breve soplo de aire fresco, si bien el resto se
mantiene en el mismo tonito de “disparar y correr” (el inicio, dando lo
prometido al final de la tercera: una pele que no solo mata a todos los clones
de Alice, también liquida el asuntillo de sus poderes: un aperitivo hecho para
subir las apuestas del riesgo; Shawn Roberts, un Wesker letal y sardónico, mil
veces más activo y molón que Jason O’Mara; la aparición de un gigantesco zombie
hacha en mano, precisamente una de las estrellas del quinto videojuego, y que
recuerda al Cabeza Pirámide de Silent Hill en cuanto a su gusto por la
matanza). Metiendo alguna sorpresa y a la vez guiño que sorprende en su rareza,
con una banda sonora que suena a discoteca tecno de fin de semana, Anderson
intenta en vano insertarle un lado humano a la película, en que casi se desvía
de la trama principal (Alice, grabando un videodiario sobre lo ocurrido:
innecesario y a la vez superfluo; la aparición de Chris Redfield, como si fuese
Hannibal Lecter de segunda clase: ¿hacía falta lo de la jaula de cristal?;
Bennett, o el eterno sanguijuela egoísta dispuesto a todo por salvar su adorado
pellejo). Dando muestras de fatiga por repetición, Resident Evil: Ultratumba es
un trabajo que va por senderos que se ven venir de lejos, por lo que su
supuesto factor sorpresa acaba sometido a una historia más que predecible (la
llegada a Arcadia, solo para encontrarse algo poco esperanzador; la aparición
de unos viejos conocidos caninos...que ahora imitan a los segadores de Blade II
[Guillermo del Toro, 2002]). Un film pasable...y como es tradición, con final
abierto. Y la rueda sigue girando.
La Puntilla: ¡No me jodas!. ¿A Chris Redfield, el héroe de
los videojuegos, le sacáis a la cuarta peli?. ¿Pero de qué vais, tíos?.
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