Publicado El: Miércoles, 13-Jul-2016. Nº De Serie: C25/TCM/0000657.
Vista En: TCM, lunes 11 de julio de 2016.
Título Original: The Adventures of Robin Hood.
Directores: Michael Curtiz y William Keighley.
Guión: Norman Reilly Raine y Seton I. Miller, basado
en las antiguas leyendas sobre Robin Hood, con colaboración de Rowland Leigh. Género: Aventuras.
Música: Erich Wolfgang Kornhold. Fotografía: Tony Gaudio y Sol Polito.
Decorados: [Desconocido]. Vestuario: Milo Anderson.
Productora: Warner Bros. Presupuesto: ±1.900.000 $.
País: USA. Año: 1938. Duración: 102 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Errol Flynn
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Robin Hood
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Olivia de Havilland
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Lady Marian
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Basil Rathbone
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Sir Guy de Gisbourne
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Claude Rains
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Príncipe Juan
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Patric Knowles
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Will Scarlett
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Eugene Pallette
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Fraile Tuck
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Alan Hale
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Little John
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Melville Cooper
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Sheriff de Nottingham
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Ian Hunter
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Rey Ricardo Corazón de León
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Una O’Connor
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Bess
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Herbert Mundin
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Much
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Montagu Love
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Obispo de Black Canons
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Robin es un noble sajón al que el Príncipe
Juan y el resto de los señores normandos exilian tras rebelarse contra ellos
por los altos impuestos exigidos a la gente de Inglaterra. Confiando en el
regreso del Rey Ricardo Corazón de León, Robin se convierte en un prófugo de la
justicia, liderando una banda contra de los planes de Juan de matar a Ricardo
para ser rey.
Crítica: Emocionante película de aventuras avalada por
el mismo director de El Capitán Blood [1935] y La Carga de la Brigada Ligera
[1936], donde Errol Flynn y Olivia de Havilland vuelven a sacar por tercera vez
toda su química en pantalla para hacer de Robin Hood y Lady Marian uno de los
muchos reclamos que el propio largometraje aporta, teniendo también a actores
como Claude Rains en el estupendo y a la vez detestable papel de villano, al
lado de otro lujo cinematográfico como Basil Rathbone (Marian, dándose cuenta
del abuso de poder de Juan contra sus propias gentes: la proclama que hace
durante su juicio es de nota; Flynn, dándole a Robin Hood su carisma e ironía
para hacer de él el prototipo de héroe rebelde contra el sistema). Con mano
izquierda y un ojo clínico para la acción, Curtiz reviste la cinta con un
vistoso colorido que se deja sentir de un extremo a otro de su metraje, aunque
por momentos todo parezca luminoso y “en extremo limpio” para los cánones de
esa época, manteniendo el nivel de emoción y suspense donde toca poner el
corazón en un puño (el torneo, con Marian presa de la angustia ante la
posibilidad de que Juan descubra a Robin, que participa de incógnito; el
elegante vestuario de todos y cada uno de los personajes, que parece casi una
fiesta de disfraces recién sacados de la tienda; el Obispo, conversando de
espaldas al Rey, con el gesto torcido por el miedo). Apoteósica en sus batallas
por la planificación como por el número de extras implicados en ella, y
metiendo cierto sentido del humor y de la épica al mismo tiempo (el Rey
Ricardo, agradeciéndole a Robin el recordarle su deber), Robín de los Bosques
encaja a la perfección en la definición del cine más arquetípico del bien
contra el mal, contando con una ambientación impecable (el castillo y sus
paisajes). Aún predecible en su final, el espectáculo es de categoría. De
primera categoría.
La Puntilla: Hermanos dispuestos a matarse por el poder. Y
lo peor no es que eso fuese real: es ver que las cosas no han cambiado desde
entonces.
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