Vista En: Youtube, jueves 6 de abril de 2017.
Título Original: No Robots.
Director: Yung-Han Chang y Kimberly Knoll.
Guión: Yung-Han Chang y Kimberly Knoll. Género: Animación.
Música: Gary Grove. Dirección Artística: [Desconocido].
Productora: San Jose State University. Presupuesto: [Desconocido].
País: USA. Año: 2010. Duración: 6 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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[Inexistente]
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: En un futuro cercano en donde los robots han
sido repudiados por la sociedad y se han convertido en delincuentes para
sobrevivir, el dueño de una cafetería encuentra a un robot robando un cartón de
leche. Logrando huir, el robot vuelve justo al cierre, durante la noche, pero
el dueño decide seguirle dispuesto a destruirlo al ladrón cuando algo
inesperado sucede.
Crítica: Ecléctico trabajo creado por los estudiantes
de la Universidad de San José Chang y Knoll, que interesante en su premisa pero
torpe en la animación hacen una tesis de graduación a medio camino entre lo
fascinante y lo fallido cuya trama principal versa mucho sobre prejuicios y
racismos como también sobre primeras impresiones y falsas apariencias, evitando
como suele suceder en estos casos todo diálogo y poniendo una banda sonora que
ni destaca en lo bueno ni tampoco en lo malo (el trazo de los personajes y el
estilo con que se dibujan, recordando a series animadas como Da Mob [2001]: tan
simplista que a veces se antoja ortopédico; el prólogo, con una periodista
farfullando como la profesora de Charlie Brown, pero dando a entender el estado
de “fuera de la ley” de los robots; lo extraño en la elección del robot,
eligiendo un cartón de luche por encima de alguna pieza de recambio o algo que
le renovase las baterías: una nimiedad que el final desvela en su
grandiosidad). Cortometraje de pátina sencilla que pasa de cualquier atisbo de
animación por ordenador y prefiere recuperar la animación tradicional a la
vieja usanza, para hacer de ella el medio con el que retratar un futuro
reconocible en algunos aspectos y más dado a la ciencia ficción en otros (el
aspecto del robot ladrón y de sus compañeros, no muy sofisticado ni avanzado
como si la ciencia robótica aún fuese algo precario o incipiente; el dueño de
la cafetería, a punto de destruir a su ladrón solo para descubrir hasta qué
punto dejarse llevar por prejuicios ajenos se traduce en odios irracionales y
errores irreparables; el dueño, poco antes, poniendo un cartel de “no robots”,
rememorando los años de carteles parecidos donde se leía “prohibido negros”:
amargo recordatorio de tiempos poco transigentes). Una escueta micro-película
que dista de ser perfecta y de un acabado lucido, pero que se deja ver sin
mayores sinsabores.
La Puntilla: Presente, pasado o futuro, el ser humano
siempre busca excusas para la discriminación. Y lo primero que discrimina es su
conciencia.
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