Vista En: Peliculasid.biz, sábado 19 de noviembre de
2016.
Título Original: Silent Running.
Director: Douglas Trumbull.
Guión: Deric Washburn, Michael Cimino y Steven
Bochco. Género: Ciencia Ficción.
Música: Peter Schikele. Fotografía: Charles F. Wheeler.
Decorados: Francisco Lombardo. Vestuario: Ann Vidor.
Productoras: Universal Pictures y Trumbull/Gruskoff
Productions.
Presupuesto: ±1.000.000 $.
País: USA. Año: 1972. Duración: 89 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Bruce Dern
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Freeman Lowell
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Cliff Potts
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John Keenan
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Ron Rifkin
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Marty Barker
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Jesse Vint
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Andy Wolf
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Freeman Lowell, astronauta de la nave Valley
Forge, una de las tres que surcan el espacio salvaguardando lo que queda de la
vida vegetal del planeta Tierra, recibe la orden de destruir las cúpulas.
Incapaz de aceptarlo, se enfrenta a sus compañeros y acaba con ellos para
fugarse con la nave y de ese modo evitar la destrucción de último reducto de
naturaleza.
Crítica: Douglas Trumbull, el artífice de los efectos
especiales de 2001: Una Odisea del Espacio [Stanley Kubrick, 1968], hace su
debut como director con una película de corte más sugerente que explícita,
tomando al histriónico y a veces algo sobreactuado Bruce Dern como verdadero
único protagonista para dejar a Potts, Rifkin y Vint como simples satélites a
su alrededor, cuya trama principal tiene mucho más atractivo de lo que podría
parecer a simple vista (la cara de Lowell al recibir la orden de destruir las
cúpulas con las florestas: una solapada mención al impulso del ser humano de
acabar con la naturaleza pero llevado al éxito; Lowell, discutiendo con los
demás sobre ingerir comida de verdad, en vez de sintética: caso claro de predicar
en el desierto en tres mentes de su tiempo para los que eso del bosque y comer
comida cultivada es una tontería). Más destacable en sus imperantes efectos
especiales que en sus actores de carne y hueso, y con algún que otro guiño
extraño y simpático a la vez, Naves Misteriosas, alejada y torpe traducción del
original (una frase hecha para indicar una táctica mental de no dar aprobación
ni rechazo a un evento o una postura y/o decisión), es un alegato ecologista de
primer orden gracias al trabajo de Trumbull y Dern, haciendo un tándem de
precisión suiza (el diseño de las naves y las cúpulas, maravillosas; Lowell,
llamando a unos robots Huey, Dewey, y a uno difunto Louie, nombre inglés de los
tres sobrinos del Pato Donald; Lowell, encontrando que sus amadas plantas se
mueren y no sabe porqué: su cara de pánico y confusión es total). Salvando
algún instante desagradable (Lowell, acabando con sus compañeros en nombre de
su causa: la posterior dedicatoria en un ‘funeral’ refleja la intensidad
actoral de Dern), el resto es un fantástico y por instantes delicioso
largometraje cuyo cierre es tan dual y encontrado como arrebatadoras las
canciones de Joan Baez.
La Puntilla: Pocas cosas más descorazonadoras que el
discursito de Lowell de la situación de la Tierra. No quisiera vivir en un
futuro así.
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