Vista En: Cines Marta & María (Avilés), lunes 3 de
diciembre de 2001.
Título Original: Don’t Say a Word.
Director: Gary Fleder.
Guión: Anthony Peckham y Patrick Smith Kelly, basado
en la novela homónima de Andrew Klavan, publicada en 1991. Género: Intriga.
Música: Mark Isham. Fotografía: Amir Mokri.
Decorados: Cal Loucks. Vestuario: Ellen Mirojnick.
Productoras: Regency Enterprises, Village Roadshow
Pictures, Epsilon Motion Pictures, Kopelson Entertainment, New Regency
Pictures, Furthur Films y NPV Entertainment. Presupuesto: ±50.000.000 $.
Países: USA, Australia, Suiza y Canadá. Año: 2001. Duración: 113 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Michael Douglas
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Dr. Nathan R. Conrad
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Sean Bean
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Patrick Koster
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Famke
Janssen
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Aggie Conrad
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Brittany
Murphy
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Elisabeth Burrows
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Skye
McCole Bartusiak
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Jessie Conrad
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Guy Torry
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Dolen
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Oliver
Platt
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Dr. Louis Sachs
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Jennifer
Esposito
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Detective Sandra Cassidy
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Shawn
Doyle
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Russel Maddox
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Victor
Argo
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Sydney Simon
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Paul
Schulze
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Jake
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Lance
Reddick
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Arnie
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Nathan Conrad es un psicólogo al que un
extraño le llama para decirle que tiene secuestrada a su hija pequeña y vigilada
a mujer, en cama tras un accidente de esquí, y que ambas morirán a menos que
logre de una joven paciente llamada Elisabeth Burrows el paradero de una gema
que diez años atrás el padre de Elisabeth se llevó tras haberla robado.
Crítica: Tercer largometraje de Gary Fleder tras Cosas
que Hacer en Denver Cuando Estás Muerto [1995] y El Coleccionista de Amantes
[1997], sostenido únicamente y exclusivamente por un impresionante Michael
Douglas forzado a convertirse en un héroe de circunstancias para salvar a los
que quiere y con una puesta en escena que permite, con apenas poca cosa,
orquestar una red de intrigas en donde las apariencias engañan de principio a
fin (el encuentro entre Conrad y Burrows, teniendo que ir contrarreloj para
saber si la chica no está tan catatónica como parece; Sean Bean, uno de esos
actores perfectos para mil y un villanos como aquel Alec Trevelyan de 007:
GoldenEye [Martin Campbell, 1995]: su primera llamada para dictar las normas y
explicar lo que está pasando es perfecta sin más; Famke Jannsen, convertida por
exigencias del guión en una lesionada de pierna rota que tendrá que
ingeniárselas para salvar el pellejo). Correcta y sobria en la banda sonora de
Mark Isham y aún más lograda en la fotografía de Amor Mokri para matizar los
tonos y colores de la película, Ni una Palabra se presenta y sirve a modo de
sencillo ejercicio de intriga con una valiosa premisa y una ejecución efectiva
y eficaz que no le permite ser espectacular pero tampoco un dislate al 100%,
quedándose en un cómodo terreno del término medio para que todo quede atado y
bien atado (el prólogo, sito en 1991, donde Koster y sus colegas se hacen con
la piedra; Jessie Conrad, heredando el papel de Alyssa Milano en Commando [Mark
L. Lester, 1985] en cuanto a niñas raptadas más listas de lo que parece; Conrad
y Burrows, teniendo que huir al mismo lugar en donde la chica vio asesinar a su
padre: Brittany Murphy está arrebatadora). Con secundarios geniales como
Jennifer Esposito y Victor Argo, Fleder construye un trabajo que sin pasar a la
historia del cine, se deja ver como algo artesano y bien terminado.
La Puntilla: Te dan un tiempo concreto para conseguir algo
o se cargan a los tuyos. ¿Qué no harías para salvar sus vidas?.
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