Vista En: Youtube, lunes 17 de abril de 2017.
Título Original: Azarkant.
Director: Andrey Klimov.
Guión: Andrey Klimov. Género: Animación.
Música: Arseniy Sichev y Artem Novikov. Dirección Artística: Andrey Klimov.
Productora: Andrey Klimov. Presupuesto: ±100 $.
País: Rusia. Año: 2013. Duración: 8 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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[Inexistente]
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Una nave espacial en viaje de diez años hacia
un lejano planeta es desviada de su ruta al captar una señal de origen
desconocido, que resulta ser una gigantesca nave especial orbitando un extraño
planeta. Atracando en la nave, uno de los astronautas entra en el coloso
espacial para explorarlo y ver si en su interior existe alguna forma de vida
que deba rescatarse.
Crítica: Debut de Klimov en la dirección, que como
algunos otros antes que él se alza como ejército de un solo hombre a la hora de
realizar un proyecto que por desgracia solo es un cúmulo de efectos especiales
y atmósfera pero carente de un guión definido y con garra que sepa salvar el
escollo de ir más allá de lo visual, en una trama que mezcla sin rubor algunos
detalles y guiños de clásicos de la ciencia ficción, de los que bebe como si le
fuese la vida en ello (el diseño de la primera nave, muy parecido a la de
Prometheus [Ridley Scott, 2012], así como su encuentro con el gigante
abandonado, que parece un refrito {por tamaño, que no por su aspecto} de la
Proteus de Perdidos en el Espacio [Stephen Hopkins, 1998]; el diseño del
astronauta, muy claramente basado en el protagonista de la saga de videojuegos
Halo [2001], cambiando el verde atenuado de aquel por un azul metalizado más
intenso; el instante en el que la cámara se pone en “modo subjetivo”: clara
evidencia de lo muy, pero que muy larga que es la sombra de Terminator [James
Cameron, 1984]). Ausente de toda narración, Azarkant es un cortometraje cuyo
único propósito es exponer los ordenadores y los digitalismos para demostrar su
capacidad de diseño y creación de escenarios (algo que realmente es de nota),
pero que no está compensado con una historia detrás que permita justificar todo
lo que se acontece en ella, quedando como un trabajo increíble en lo técnico
pero muy flojo en todo lo demás, haciendo un involuntario ejercicio de
nostalgia en sus ocho minutos de duración (el astronauta, encontrándose con los
tripulantes de la nave: básicamente el epic moment de Alien, el Octavo Pasajero
[Scott, 1979], pero en las antípodas del sobrecogimiento y los escalofríos de
aquella obra maestra de finales de los 70). Un enorme “mucho ruido y pocas
nueces”. O mejor dicho, demasiado ruido para, en el fondo, ninguna nuez.
La Puntilla: Diez minutos más de metraje, un guión
potente, y esto hubiera sido muy distinto. Una oportunidad muy desperdiciada.
Mi
Valoración
★★★★★
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