Vista En: TVE-1, miércoles 2 de enero de 2002.
Título Original: The Cable Guy.
Director: Ben Stiller.
Guión: Lou Holtz Jr. Género: Comedia.
Música: John Ottman. Fotografía: Robert Brinkmann.
Decorados: Maggie Martin. Vestuario: Erica Edell Phillips.
Productoras: Columbia Pictures Corporation,
Brillstein-Grey Entertainment y Licht/Mueller Film Corporation. Presupuesto: ±47.000.000 $.
País: USA. Año: 1996. Duración: 96 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Jim Carrey
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Ernie ‘Chip’ Douglas
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Matthew Broderick
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Steven M. Kovacs
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Leslie Mann
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Robin Harris
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Jack Black
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Rick
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George Segal
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Padre de Steven
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Diane Baker
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Madre de Steven
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Eric Roberts
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Eric Roberts
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Janeane Garofalo
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Camarera en Tiempos Medievales
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Andy Dick
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Presentador en Tiempos Medievales
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Harry O’Reilly
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Jefe de Steven
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David Cross
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Director de ventas
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Amy Stiller
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Secretaria de Steven
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Steven Kovacs es un diseñador en crisis
debido a su ruptura con su novia Robin Harris. Recomendado por un amigo suyo,
Rick, Steven contrata televisión por cable, conociendo al técnico Ernie
Douglas. Los dos se amistan, pero al poco Steven descubre que Douglas es un
perturbado que se obsesiona cada vez más con él, viéndose incapaz de expulsarle
de su vida.
Crítica: Extraña comedia negra hecha y confeccionada
para lucimiento de un Jim Carrey desatando su lado más cómicamente psicopático,
enfrentado con un Matthew Broderick de circunstancias con la que Ben Stiller
pasa de actuar y se limita a dirigir, a diferencia de otras dualidades que sí
hiciera en Reality Bites [1994], convirtiendo la trama en una sucesión de gags
que van desde lo simpático a lo surrealista, arruinando lo que podría haber
sido una gran trama de suspense en pos de un humor carente de gracia (el modo
en que Douglas va insertándose en la vida de Kovacs sin que él pueda evitarlo,
un fantástico análisis de la devoción obsesiva pero desperdiciado por los
histrionismos de la estrella de La Máscara [Charles Russell, 1993]; ambos,
metiéndose a una justa medieval, tanto o más chiflado que la visita de Douglas
a Kovacs en la cárcel: el numerito de abrirse la camisa es de lo poco realmente
inspirado, y la cara de Broderick todo un poema; una reunión familiar, que empieza
mal y acaba peor gracias a la intervención de Douglas). Desaprovechando su
atmósfera y con una partitura sobria sin más de Ottman, Un Loco a Domicilio,
una extraña traducción de “El Chico del Cable”, es una película con una
indeterminación de género que le pasa seria factura, balanceándose entre dos
mundos pero no decantándose por ninguno de ellos, dejándola en tierra de nadie,
aunque un par de apuntes sí resultan correctos (Kovacs, teniendo que salvar a
Robin de un Douglas que la ha secuestrado; el juicio televisivo a Sam y Stan
Sweet, con Stiller haciendo de los dos hermanos: una trama terciaria e inconexa
respecto a la principal que replica el juicio de los reales Lyle y Erik
Menendez, pero no falta de interés; el clímax final, que deja un cierto regusto
amargo debido a la forma con que se resuelve la acción). Una cinta sumamente
extraña, cuyas ambiciones quedan empantanadas por la grisura de la mediocridad.
La Puntilla: De haberla hecho en serio, sin el lado
cómico, habría sido todo un puntazo. Sobretodo por lo loquísimo de Jim Carrey.
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