Vista En: TVE-1, viernes 11 de agosto de 2000.
Título Original: The Big Fix.
Director: Jeremy Paul Kagan.
Guión: Roger L. Simon, basado en su propia novela La
Gran Maquinación, publicada en 1972. Género: Comedia.
Música: Bill Conti. Fotografía: Frank Stanley.
Decorados: Mary Ann Biddle. Vestuario: Edith Head.
Productora: Universal Pictures. Presupuesto: ±3.800.000 $.
País: USA. Año: 1978. Duración: 108 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Richard Dreyfuss
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Moses Wine
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Michael Hershewe
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Jacob
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Danny Gellis
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Simon
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Susan Anspach
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Lila
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Bonnie Bedelia
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Suzanne
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John Lithgow
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Sam Sebastian
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Ofelia Medina
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Alora
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Nicolas Coster
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Spitzler
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F. Murray Abraham
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Eppis
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Fritz Weaver
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Oscar Procari Sr.
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Ron Rifkin
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Randy
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Rita Karin
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Tía Sonya
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Moses Wine, un antiguo rebelde y estudiante
activista en los 60, trabaja como detective privado a la vez que cuida de sus
dos hijos, después que su mujer le dejase con un gurú. Una antigua compañera de
instituto se pone en contacto con él para que investigue una campaña política
para ser el nuevo gobernador de California, pero el caso se complica
rápidamente.
Crítica: Segunda película para el cine de Jeremy
Kagan, después de Tan Solo Héroes [1977], contando con el protagonista de
Encuentros en la Tercera Fase [Steven Spielberg, 1977] que también estuvo en
Tiburón [Spielberg, 1975], el cual se convierte en la estrella absoluta de un
relato de intriga con no pocos tintes ideológicos y cómicos, amén de un elenco
actoral sin excesivo atractivo ni nombres muy famosos, pero al que Kagan sabe
sacarle partido (el inicio, en el que Wine tiene que identificarse ante un poli
de patrulla: lo del revólver desmontado resulta tan cómico como justificado;
Wine y sus hijos, siguiendo a una mujer por la calle, con el primero haciendo
un mal gesto con tal de que la mujer no sospeche que vigilan sus pasos; sus
charlas con Sam Sebastian, un encantador y estupendo John Lithgow). Extraña
pero cargada de simpatía, la labor de Kagan tras la cámara permite a la
película tener una progresión que saca de su atmósfera algunas bazas
importantes a tener en cuenta, con algún que otro detalle que permite inventar
mil historias (las explicaciones de Wine sobre su mano vendada, cambiando según
quien le pregunta; su reencuentro con Lila, un choque de recuerdos de una época
y unos sueños desvanecidos; su visita a la cárcel en busca de información,
teniendo que ponerse a cantar con tal de que el guarda no sepa lo que hablan;
la mención a un caso llamado los Cuatro de California, en principio inconexo
con la investigación de Wine). Una propuesta en do menor que, gracias al
trabajo de Dreyfuss, que justifica su Óscar por La Chica del Adiós [Herbert
Ross, 1977] a base de carisma y una energía altamente disfrutables, sin dejar
de lado a secundarios breves pero a pesar de ello importantes (Fritz Weaver:
genial sin más; Wine, descubriendo un cadáver por accidente: su posterior
reacción es magistral). Sin ser redonda ni perfecta, sí es muy entretenida. Y
Hershewe y Gellis, muy cómicos.
La Puntilla: Olvida a Sam Spade. Olvida a Philip Marlowe.
Moses Wine: ese sí que sabe investigar. Incluso llevándose a sus hijos al
trabajo.
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