Vista En: Youtube, jueves 16 de febrero de 2017.
Título Original: Going Green.
Director: Thiago S. Aranha.
Guión: Thiago S. Aranha, basado en una idea original
de Matt Gedge y Jess Brown Rigg. Género: Animación.
Música: Hal Goldstein y Alex Khaskin. Dirección Artística: [Desconocido].
Productoras: Digital Film y Animation MA. Presupuesto: [Desconocido].
País: Reino Unido. Año: 2010. Duración: 5 minutos. Color.
Voces Originales:
|
Personajes:
|
[Inexistente]
|
(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: En un cruce de una gran ciudad, un grupo de
semáforos puestos en un poste controlan el tráfico día tras día. Uno de ellos
empieza a sentirse algo desencantado con el continúo cambio de color y decide
ponerse siempre verde. Pero esto le lleva a enfrentarse con el jefe de los
otros semáforos, que se obceca en que el otro cumpla con su cometido al igual
que los demás.
Crítica: Pequeño pero a la vez simpático cortometraje
que supone la primera incursión de Aranha dentro del séptimo arte, y que usando
algo tan anodino y en apariencia tan escasamente apreciado en la sociedad como
es un semáforo crea una historia con muchos matices tanto por ubicación como
por diseño, el cual prescinde del tradicional 2D y del trazado a mano para
tener un acabado digital en 3D no excelente pero sí algo logrado para ser de lo
más resultón (la situación geográfica del semáforo, un cruce de cuatro calles
donde ni pasan peatones ni tampoco se ve a los que conducen los coches, casi
como si estos fuesen seres con vida propia; el poste, una suerte de árbol
metálico con dos ramajes bien diferenciados de 12 luces en un lado y 5 en otro,
perfecto para que cada semáforo sea distinto del resto; el jefe de ellos, que
tiene dos luces rojas en vez de una sola: ejemplo de que incluso entre semáforos
existen las jerarquías). Ausente de todo diálogo y usando detalles muy
simplistas que se bastan y sobran para llevar la historia, Going Green es un
capricho personal al que no le falta ritmo ni dinamismo, sin olvidar un par de
golpes de efecto que van muy adecuados para meter la sorpresa en lo breve de su
duración (el uso de las viseras que hay por encima de los semáforos para
expresar emociones, permitiendo entenderlos sin que hablen; el jefe de todo el
grupo, decidiendo acabar con las disensiones por las bravas, un instante
inesperado por la forma en que lo hace, tremendamente cómico; el protagonista,
justo antes, con una cierta expresión de melancolía, atrapado por un entorno y
por un cometido al que comienza a tenerle cierta tirria). Bonito y colorido en
su última escena, Aranha se permite, en solo cinco minutos, dar un buen motón
de muestra de lo que pasa cuando alguien termina hasta el gorro de hacer lo que
se supone debería en vez de lo que quiere. Aunque se trate de un simple
semáforo.
Mi
Valoración
★★★★★
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