RARAS AVIS
Que el cine comercial exista
tiene dos lados muy distintos: el positivo, pues ofrece un espectáculo de
entretenimiento y diversión para todas o casi todas las edades, y el negativo,
en el que ese mismo espíritu determina que sea en exceso “políticamente
correcto” (terrible expresión para identificar la nueva censura del siglo XXI)
y que tire de una cierta demagogia para agradar a todos (igual que ese amigo de
una pandilla que pretende ganar el afecto de todo el mundo diciendo lo que
quieren oír). Pero como no hay luz sin sombra, el cine comercial tiene su
reflejo en lo que se podrían llamar raras avis, en una serie de películas que
pasan de las normas del cine comercial (porque no intentan ser meramente una
máquina recaudatoria) y de ser complacientes con todo el público (porque
intentan decir algo). Desde superproducciones como El Atlas de las Nubes [Tom
Tykwer y los hermanos Wachowski, 2012] a independientes como Lost River [Ryan
Gosling, 2014] o Demolición [Jean-Marc Vallée, 2016], las raras avis se
regodean en su propia idiosincrasia para alzar por encima del cine comercial plano
y anodino, para salirse de la multitud, y reclamar de esa manera el derecho a
salirse de la norma, a ser transgresores, irreverentes y hasta políticamente
incorrectos, experimentando con otras vías de hacer cine como THX 1138 [George
Lucas, 1971] y El Árbol de la Vida [Terrence Malick, 2013], enrevesadas y
delirantes donde las haya. Es precisamente ese delirio (palabra que significa
‘salirse del lirio’. El lirio es otra forma de decir el surco del arado), ese
apartarse de lo conocido, lo que implica meterse en terrenos desconocidos en
donde lo extraño y se convierte en ley. Las raras avis son, a su pesar, el
necesario contrapunto para que el cine comercial exista. Porque en su rareza se
atreven a explorar lo que otros no osan para que el séptimo arte evolucione.
Para que éste no muera a manos de la comercialidad.
Nº De Serie: NC/TCM/00091. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Domingo, 3 de julio de 2016.
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