EL CINE: UNA CAUSA POR LA QUE LUCHAR
En una época donde la censura
era más dura que el acero cromado, el cine y los guionistas buscaban romper
lanzas de formas diversas. Su ingenio al evitar la censura proporcionó momentos
épicos como la conversación entre Craso y Antonino en Espartaco [Stanley
Kubrick, 1960] sobre la preferencia de comer ostras o caracoles, en un
disimulado intento de saber si a Craso le iban más los hombres que las mujeres,
o el beso que el Capitán Kirk y Uhura se dieron allá por 1968, en Los Hijastros
de Plutón, un episodio de la serie original de Star Trek (temporada 3, capítulo
10). Desde el racismo en cintas como Arde Mississippi [Alan Parker, 1988] y
Tiempo de Matar [Joel Schumacher, 1996] al amor interracial y la homosexualidad
en películas como Adivina Quien Viene Esta Noche [Stanley Kramer, 1967],
Brokeback Mountain. En Terreno Vedado [2005] y Carol [Todd Haynes, 2015], el
cine no solo ha vivido de entretener a las masas, también ha abogado por la
igualdad entre personas, al margen de prejuicios por la raza, el género o la
orientación sexual. Sensibilizados con los que han sido perseguidos por ir a
contracorriente del dogma de la mayoría, el cine ha sido refugio y escaparate
(a veces incluso adelantándose a su tiempo) para reflejar el sentir de su
tiempo y la lucha por integrar a los que el resto de gente rechazaba. Y, aunque
fuese en patochadas como Loca Academia de Combate [Neal Israel, 1986] o
verdaderas genialidades como El Gran Dictador [Charles Chaplin, 1940], el cine
ha llevado a sus fotogramas una causa por la que luchar: la de la paz, la de la
unión y la hegemonía de la especie humana como una única raza, sin discriminar
a alguien por su forma de ser. Ya lo dijo el presidente John Fitzgerald
Kennedy: «Nuestro vínculo común más básico es que todos habitamos este planeta.
Todos respiramos el mismo aire. A todos nos preocupa el futuro de nuestros
hijos. Y todos somos mortales».
Nº De Serie: NC/TCM/00036. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Sábado, 23 de abril de 2016.
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