PEQUEÑO GRAN HOLOCAUSTO NUCLEAR
Parte de un ciclo de films sobre
el tema en esos años, como El Síndrome de China [James Bridges, 1979], Juegos de
Guerra [John Badham, 1983], Boletín Especial [Edward Zwick, 1983], El Café
Atómico [Jayne Loader, Kevin y Pierce Rafferty, 1982] o Hiroshima [Mori Masaki,
1983], lo curioso de El Día Después [Nicholas Meyer, 1983] es que fue concebida
como una sencilla película para TV, en el momento de máxima tensión de la
Guerra Fría desde la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962. Actores poco
conocidos y una historia de corte coral al estilo de El Coloso en Llamas [John
Guillermin, 1974] y Terremoto [Mark Robson, 1974], lo que hizo diferente al
largometraje de Meyer fue llevar a sus últimas consecuencias la locura nuclear.
Y lo que logró sobrepasó con mucho las expectativas del propio Meyer. De
pronto, aquellos adolescentes y no tan adolescentes que llevaban años con la
idea de la Guerra Fría sobre la cabeza entendieron las implicaciones de la
escalada nuclear, de la obsesión de USA y de la URSS por la carrera armamentística,
y ello conllevó un movimiento de protesta que, antecesor del 15-M de 2011,
pedía el desarme de las grandes potencias a la voz de “ya”. El grado de
hiperrealismo de la película de Meyer, y el terrible momento en que las bombas
reducen la civilización a escombros radiactivos, conmovieron a millones de
personas. Un aviso que sufrió un leve olvido tras la caída del Muro de Berlín y
la desaparición de la propia URSS a finales de los 80 y principios de los 90,
pero cuyo aviso sigue siendo igual de tétrico. Llámese URSS, Corea del Norte,
Irán o todo país con un loco en el poder, El Día Después fue todo un ejemplo de
que, incluso en formato de telefilm, el cine podía ser algo más que un mero
pasatiempo: podía cambiar el mundo. Porque hasta Hollywood debe avisar de que
nadie, absolutamente nadie, se encargue de llevar a sus últimas consecuencias
la locura nuclear.
Nº De Serie: NC/TCM/00100. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Sábado, 9 de julio de 2016.
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