EL TAMAÑO SÍ QUE IMPORTA
Aquellos que tuviesen 15 ó 20
años en 1968, pudieron ir al cine para vivir el asombro y misterio de 2001: Una
Odisea del Espacio. En 1978, se maravillaron ante las proezas de Christopher en
Superman. En 1988, lo hicieron con Bruce Willis y su Jungla de Cristal. Y en
1998, vieron los horrores de la guerra de la mano de Tom Hanks en Salvar al
Soldado Ryan. Pese a las muchas virtudes del cine (y mira que las tiene a
puñados), sus defectos también son igualmente de peso. Y uno de ellos es lo que
se podría llamarse defecto por renovación. El inexorable paso del tiempo
conlleva a su vez un obligado estreno de nuevas cintas para las nuevas
generaciones. Pero, ¿y qué pasa con las antiguas pelis?. Que van al formato ‘en
miniatura’: TV, Internet o cualquier formato de venta directa, pero raramente
vuelven a su esplendor de antaño. Y aquí es donde reside la tragedia, pues ese
no-regreso hace que las siguientes generaciones no sepan lo que es deleitarse
con cine de otra época, cuando las cosas eran y se hacían diferente. Una
pérdida que ojalá pudiera compensarse mediante un “cine de reposición”, “cine
clásico” o algo parecido, que recuperase las pelis de décadas anteriores para
un nuevo público acostumbrado a verlo todo por TV. Unas oportunidades perdidas
involuntariamente que, si se tuvieran y a un precio módico y asequible, no solo
serían aprovechadas si no seguramente de lo más aprovechadas para devolverles a
sus actores y directores al lugar que en su día ocuparon. Que el relevo
generacional sea una regla imperante no es óbice para que exista el olvido
generacional. Porque el tamaño, en este caso concreto, sí que importa. Y jamás
será lo mismo ver una película en TV o en Internet, que verla en la pantalla
grande, al margen del mundo exterior y sus millones de cosas cotidianas que
distraen de verla en casa. Y esa es la magia del cine: que allí no hay nada
más. Tan solo una película para disfrutar.
Nº De Serie: NC/TCM/00087. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Viernes, 1 de julio de 2016.
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