Vista En: Powvideo.net, viernes 25 de agosto de 2017.
Título Original: Vampires: The Turning.
Director: Marty Weiss.
Guión: D.B. Farmer y Andy Hurst. Género: Terror.
Música: Tim Jones. Fotografía: Geoffrey Hall.
Decorados: [Desconocido]. Vestuario: Amanda Friedland.
Productoras: Living Films y Sandstorm Films. Presupuesto: ±5.000.000 $.
País: USA. Año: 2005. Duración: 84 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Colin Egglesfield
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Connor
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Stephanie Chao
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Sang
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Roger Yuan
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Kiko
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Patrick Bauchau
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Raines
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Dom Hetrakul
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Niran
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Meredith Monroe
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Amanda
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Nophand Boonyai
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Suwan
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Jarun Petchjaren
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Moo
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Arucchaporn Satesh
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Anciana
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Chakapan Ponyong
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Sicario #1
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Panu Niamchompoo
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Sicario #2
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Sira Kuankaew
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Sicario #3
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Connor es un americano de visita con su novia en Tailandia que se encuentra con un clan vampiro, los jai tham, que la secuestra y se la lleva para hacerla uno de los suyos. En su intento por liberarla conoce otro clan, el más pacífico song neng, al que se une en su guerra de 800 años para terminar el imperio de terror de los jai tham y su líder, el despiadado Niran.
Crítica: Incomprensible tercera parte de Vampiros, de John Carpenter [1998] pero que se encuentra del todo desconectada de ésta así como de su segunda parte Vampiros: Los Muertos [Tommy Lee Wallace, 2002], cambiando el Texas y México originales por una Tailandia que ofrece una premisa en verdad de lo más interesante pero que se va de cabeza a una piscina olímpica vacía, a fin de estrellarse de la forma más bestia posible (el prólogo, explicando el origen de los pérfidos jai tham y el inicio de su guerra contra de los song neng: con diferencia lo mejor de la película; Colin Egglesgfield, en un papel que es casi idéntico al Michael que hiciera Scott Speedman en Underworld [Les Wiseman, 2003]: meterse entre dos clanes enfrentados para convertirse en pieza clave del conflicto; Raines, un veteranísimo Patrick Bauchau encarnando al clásico cazavampiros que bien podría formar parte de la organización que financiaba a los protas de las pelis de Carpenter y Wallace: una conexión muy endeble). Casi blasfemas pero totalmente pringosas en cuanto a interpretaciones, que ni siquiera la belleza exótica de Stephanie Chao se salva de irse a la hoguera, Vampiros 3: El Retorno se convierte no en una secuela si no una propuesta de lo más zarrapastrosa, en una trama que es ejecutada con la más evidente de las desganas y perezas fílmicas, haciendo de su casi hora y media un bodrio del tamaño de la estepa siberiana (Niran, un vampiro modernillo con ínfulas de dominación: ¿es que no había mejor manera de imitar al Deacon Frost de Blade [Stephen Norrington, 1998]?; el forzado triángulo amoroso, recordando muy de lejos al de Liu Kang y Kitana en Mortal Kombat [Paul W.S. Anderson, 1995]; la pelea final, con un eclipse tan torpemente hecho en lo digital que no hay manera de creérselo). Un desastre absoluto de principio a fin, que es coronado con un final que hace de sepultarlo todo a mucha profundidad.
La Puntilla: Hay películas que son como vertidos tóxicos. Su putrefacción es tan grande e intensa que puede olerse a kilómetros de distancia.
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