Vista En: Youtube, martes 28 de marzo de 2017.
Título Original: Violeta, la Pescadora del Mar Negro.
Directores: Marc Riba y Anna Solanas.
Guión: Marc Riba y Anna Solanas. Género: Animación.
Música: Natàlia Miró. Dirección Artística: Marc Riba.
Productora: I G Stop Motion. Presupuesto: ±29.675 € (±30.880 $).
País: USA. Año: 2006. Duración: 9 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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[Inexistente]
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Violeta es una niña apasionada de la pesca, a
pesar de las aguas negras del mar que rodean su casa. En ella vive junto a su
madre y su abuela, en una relación puramente infantil aunque también depravada
y pérdida con ellas, y con cualquier otra persona que se acerque a ella.
Entonces, un buen día, un niño jugando a la pelota se encuentra con ella
pescando.
Crítica: Bizarrísima propuesta y tercer trabajo para
Riba y Solanas después de los cortos El Negro es el Color de los Dioses [2003]
y La Lupe i en Bruno [2005], en una historia sin diálogos y medios de media
docena de personajes, todos ellos dentro de una trama en la que la ausencia de
datos permite que cada espectador se monte su particular versión, en la que no
faltan detalles sórdidos hasta la extenuación (el posiblemente más nauseabundo
nacimiento de la historia de la humanidad, tanto por lo que nace como las
circunstancias en que lo hace: repugnante de todas todas; la presencia de dos
mujeres que bien podrían ser la madre y la abuela de Violeta, pero en unas condiciones
que hacen dar un respingo al más sangre fría de los impasibles; la casa en la
que vive Violeta y su “familia”, una especie de casa-barca que flota sobre las
aguas más negras y menos salubres jamás vistas). Perversa por definición y
agradecidamente breve en su duración, Violeta, la Pescadora del Mar Negro es de
esos trabajos magníficos dentro de la espiral de morbosidad en la que se
recrea, pero que puede llegar a indigestar precisamente por eso mismo, ya que
sus niveles suben geométricamente hasta la estratosfera (el diseño de la propia
Violeta, toda ella diseñada para aparentar inocencia y a la vez ocultar una
profunda malignidad: la mirada de sus ojos azules y su expresión ya en si mismo
son perturbadores; la aparición de un niño, con el que la chica decide jugar “a
su manera”: la primera vez muy osada, pero la segunda mucho más desagradable;
la puesta en escena, excesivamente enfermiza, como si la casa y sus habitantes
estuvieran presas de una especie de plaga). Un cortometraje confeccionado para no
dejar indiferente y al que no le falta calidad, pero al que tampoco le faltan
motivos para la escabrosidad. Una joya de lo macabro en toda regla. Y lo más
sorprendente es ver que no dura ni diez minutos.
La Puntilla: A veces uno ve cosas que le dejan sin saber
qué decir. Y a veces es mejor así, para no expresar lo que uno piensa.
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